En la primera mitad del siglo XVII, vivió en puebla Martín de Villavicencio Salazar.
De noble cuna y simpático bribón, recorrió el país engañado gente inocente, viviendo de trampas y enredos.
Llego a disfrazarse de sacerdote, se hacia besar la mano y hasta celebro misas.
Cuando elevaba la hostia , decía: En que pararan las misas Garatuza. Esta expresión se usa, actualmente, para la posición difcil de los mentirosos.
El tribunal del santo oficio lo aprehendio dos veces; la primera vez, Garatuza convenció al tribunal de estar enfermo y pudo escapar. En la segunda ocasión fue severamente castigado.
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