¡tù! - gritó el
aparecido con una voz que resonó hasta el otro lado del rio San francisco.
-¡Hermano!. Gritó
a su voz la noble Ovando.
Todo lo demás sucedió
en un abrir y cerrar de ojos. Al instante se oyó un disparo hiriendo de muerte
a la doncella que trató de proteger a su amado. Este último trató de tomar la
espada, pero no fue lo suficientemente rápido para evitar que el joven Ovando
le cortara el cuello con una daga de cinco que llevaba siempre consigo. La última
expresión de la doncella delató el horror de esos momentos y su cuerpo
suplicante cayó sobre un charco de sangre. El joven Ovando enloquecido tomó su
daga de cinco y de un tajo le cortó el cuello al irreverente.
Hubo luto
riguroso en la casa de los Ovando durante varios días. El hijo se salvó de la cárcel
porque se dijo que fue un crimen de honor. pero ni todo su dinero fue capaz de
librarlo de la venganza de la familia del pretendiente, tiempo después lo
liquidaron cuatro hombres en un callejón. Más triste fue la historia del padre.
Ovando era un
buen hombre y amaba a su hija. Tras de su muerte trató de migrar su dolor con
la bebida y muchas veces se vio en la necesidad de cruzar el puente a altas
horas de la noche. En un día lluvioso se fijó en una mujer a la entrada del
puente que pedía limosna.
-Por la sangre de
Cristo señor, deme una moneda- dijo la fantasmal figura.
-mujer necia, ¿qué
hora es ésta de pedir a la entrada de mi puente?
-No me reconoces
padre? – dijo la voz de ultratumba- pido limosna aquí y pediré a tu descendencia
hasta el fin del mundo, por cuanto fui muerta a manos de mi propia familia.
-¿Quién eres… ser
del mal?- replicó el anciano horrorizado.
¡mírame! - iluminó
un relámpago la figura.
¡No! Esto no es
verdad.
-Mírame de nuevo-
repitió la aparición que en todo era la
imagen de su hija.
¡No!- gritó un
desesperado Ovando tratando de cruzar el puente que lo acercaba en su casa. No llegó
lejos, porque el agua del rio se elevò cubriéndolo y arrastrándolo al fondo sin
posibilidad de salvación. Su cuerpo fue descubierto dos días después lejos de
la ciudad.
Hasta el dia de
hoy los más antiguos habitantes de Analco sostienen que si uno cruza ese puente
a medianoche aparece una mujer pidiendo tributo. Si se le entrega la moneda se
puede pasar libremente, si no, una fuerza invisible te jala hacia abajo, del
que antes fuera el rio san francisco y hoy es el boulevard 5 de mayo.