martes, 3 de octubre de 2017

El Cuexcomate (junta auxiliar de la libertad)


Es bueno recordar que hay dos tiempos mágicos en la historia de la humanidad. El primero corresponde a las imágenes que se presentaban a los primeros hombres que trataban de comprender el mundo hostil en que habitaban. Esas imágenes estaban llenas de mitos y creencias en lo sobrenatural. La explicación ultima a la que se llegaba consistía en que los fenómenos eran causa de los dioses que mandaban bienes o males. En ese encuentro de fe y misticismo, se llegaba hasta el sacrificio humano, dado como ofrenda de agradecimiento o para tratar de apaciguar la furia de los dioses. El otro tiempo mágico esta inmerso en la ciencia con todos sus avances. Nosotros abordamos en esta historia las edades antiguas, con sus creencias y sus mitos.

Era el año de 1064 y como lo hacían todas las noches los sacerdotes del gran templo de Cholula observaban el cielo. A medianoche, el celador nocturno miró con asombro como una de las montañas de los alrededores arrojaba fuego, y comenzaba a caer ceniza. El suceso conmocionó la quietud de esos lugares y, sus mentes llenas de toda clase de sortilegios, la conminaron a dar una alerta a la población, y los patriarcas fueron convocados a consejo.
El volcán Popocatépetl, después de un siglo de sueño, había despertado con un tronido aterrorizando a los cholultecas. La pirámide como centro sagrado contemplo la alarma de los sacerdotes mientras el pueblo temeroso se reunía en las partes bajas de la monumental construcción. Los sacerdotes, a la mañana siguiente en la gran pirámide, comenzaron a meditar mientras observaban la ceniza cubriendo la ciudad. -La gran Madre está enfurecida y nos castiga arrojando fuego dijo un sacerdote.
-Las cosechas se arruinarán si sigue cayendo ceniza del cielo, ya los bosques de las montañas han empezado a arder por el fuego del volcán -expreso otro.
-Los campesinos dicen que hemos perdido el favor de los dioses se lamentó uno más.
Finalmente todas las miradas se dirigieron al Sumo Sacerdote de Cholula, titulo que le
pertenecía por su edad y sabiduría. Había permanecido callado, con los ojos cerrados durante toda la discusión. Hasta que el silencio cubrió los ojos y dijo una sola palabra:
-Neutli
Todos comprendieron que iban a entrar al mundo de la ilusión. Acompañados por los esclavos se retiraron al interior del templo, a través de un pasadizo secreto iniciaron el descenso por la gran pirámide de Cholula, una labor de fe y persistencia que los llevó por las distintas etapas constructivas de un edificio creado cientos de años atrás. Finalmente llegaron a su inframundo, la cueva de origen natural sobre la cual los primeros cholultecas habían comenzado la construcción de la gran pirámide. Ahí, contenida en recipientes estaba la esencia mágica, prohibida por la ley sagrada para los jóvenes que, de atreverse a usarla eran castigados con la pena muerte. Con el pulque que mata la ansiedad y enerva los sentidos, esperaban tener las visiones que les permitieran encontrar la respuesta a las manifestaciones de la naturaleza. Cuando la bebida sagrada conmocionó sus sentidos comenzaron a entender. Ahora comprendían que los dioses estaban enfurecidos. Podían ver a Quetzalcóatl, su dios más importante sagrado abundantemente y a las serpientes que se deslizaban de sus cuevas. La sangre en forma de lava manaba  de la tierra; los tlaloques, duendes servidores de Tláloc, dios de la lluvia, huían de la gran madre tierra llevándose el agua que permitía crecer las cosechas. La ultima imagen fue significativa: La gran madre abría su boca para devorarlos.
Con la ultima visión había pasado un día. Los sacerdotes fueron despertados por los esclavos y llevados de regreso al exterior, donde el pueblo esperaba ansioso la respuesta, que no podía ser otra mas que un sacrificio humano. Cien de los mejores esclavos fueron llevados ese día a la gran pirámide. Sacrificándolos en lo alto, sus cuerpos rodaron por las escaleras de la pirámide, y la ceniza cubrió parcialmente sus cuerpos, los cholultecas encontraron un consuelo en esa brutal matanza. A pesar de ello, la madre naturaleza que no entiende de ritos continuo con la lluvia de ceniza.

Los sacerdotes quedaron a merced de la situación, mientras el pueblo lanzaba un mensaje de rebelión y protesta. Los guardias parecían incapaces de mantener el orden, sólo un fuerte tronido en el cielo, y una columna de agua hirviendo que se elevó a corta distancia de la pirámide contuvo los ánimos. Mientras se develaba el nuevo misterio los cholultecas entraron en oración.

Los sacerdotes enviaron mensajeros, que regresaron con la noticia del nacimiento de una montaña que lanzaba agua hirviendo con olor a muerte. Los sacerdotes iniciaron el viaje en sus literas para ver el nuevo prodigio, que parecía contener a las masas, que momentos antes estaban dispuestas a despedazar a la repentinamente inútil casa gobernante.

El lugar a donde se dirigían lucía tenebroso, los habitantes cercanos habían huido y muchas chozas se encontraban destruidas. Una enorme bola de arcilla de 13 metros de alto había nacido de la tierra misma, rompiéndola, y emitiendo chorros de agua sulfurosa a gran altura. El agua era pestilente y sólo de probarla sabían que era mala. Los sacerdotes regresaron a Cholula bajo el manto de la gran pirámide.

Esa noche quedó claro que el pequeño volcán era obra de los dioses. Los dioses en tiempo inmemorial, habían dado su sangre para que el mundo siguiera existiendo. comprendieron que las deidades les habían mandado un mensaje, ahora era su turno, La gran madre exigía sangre de la realeza gobernante.             

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