HOY DAREMOS INICIO A NUESTRA SIGUIENTE LEYENDA. 😄
Deseamos que sea de tu agrado y así como nosotras (miembros de este blog) te intereses un poco más sobre los lugares que han marcado a la Cd. de Puebla. 🏰
La casa de los Marranos (3 norte entre 6 y 8 poniente).
De los animales que trajo Hernán Cortes en la Conquista de México ninguno fue más apreciado que el cochino. Se dice que, una vez conquistada la capital de los aztecas el 13 de agosto de 1521, los españoles quisieron celebrar comiendo los cerdos que habían traído de la Isla de Cuba, los mataron y prepararon, pero no tenían pan. En un saco habían encontrado trece espigas de trigo, que una vez sembradas darían su fruto hasta el año siguiente. Cuenta uno de ellos en sus memorias: "tomamos el pan de los indios y comimos," refiriéndose a que en España se comía la carne con pan.
En la Puebla de los Ángeles el cerdo también fue apreciado, se utilizaba todo, pelos para hacer cepillos, su carne y la manteca para hacer jabón. El noble animal se reproducía con facilidad y permitía fortunas rápidas.
Tal fue el caso de don Tomás de Fuenleal y Huesca que con quince marranos y algunos chivos inició la industria de la carne en Puebla. Era un caso especial, porque a pesar de hacer su fortuna con cerdos, algo que en España se consideraría plebeyo, no sentía vergüenza del origen de su riqueza. Construyó una casa que adornó con las imágenes de los marranos que formaron su piara original. Con sus casas en Puebla, sus ranchos de las Ánimas y la Noria, sus sirvientes y esclavos, era considerado un hombre muy rico. El común de la gente llamaba a su casa: "La Casa de los Marranos," aunque en vida nadie se atrevió a decírselo de frente.
El buen hombre tenía cuatro hijos y su última esposa se había ido al cielo con la llegada del último vástago. Viudo y con mucho dinero, se había fijado en la hermosa María Luisa Veraza, de sólo 16 años de edad, como futura señora de Fuenleal y Huesca. La había conocido en un bonito baile de sociedad en la casa de los Haro, donde la impresionante belleza de la joven había logrado que todos los jóvenes de la fiesta se pelearon por la oportunidad de bailar con ella.
Don Tomás se terminó quedando con la muchacha. No era un aficionado en el arte del matrimonio y el amor, no pidió nunca hablar con María Luisa, no se peleó con los pretendientes, fue directamente a hablar con la madre y le planteó el negocio claramente.
María Luisa lloró muchos días suplicando que no la obligaran a casarse con ese viejo, calvo y gordo de don Tomás. La madre dejó claro su punto en unas cuantas palabras:
- En primer lugar no es viejo, es maduro y tiene experiencia, no es calvo tiene la "frente despejada", no es gordo, "es robusto," y ya lo sabes: "te casas o te vas al convento".
La boda fue una de las mas comentadas y celebradas del año de 1689.
Uno de los muchos vicios de don Tomás era la gula, para satisfacerla tenia una cocina como pocas se habian visto en Puebla. De las paredes colgaban cazuelas, cuchillos, tenedores y cucharas, que tenian un pequeño agujero para poder ser colgadas con relucientes clavos de hierro. Tenían dos hornos enormes con comales de hierro, metates y molcajetes, varios chiquihuites conteniendo las tortillas que se consumian al día. Contaba también con muchos vasos de talavera, algunos de cristal, molinillos de madera al por mayor, para consumir el chocolate bien espumoso.
Junto a la cocina, medio enterrado en el suelo, estaba el cuarto frio. Allí se guardaban las legumbres, los vinos, el aceite de oliva y una alacena especial con dos llaves. Esta última contenía, a manera de caja de seguridad, las especias de la casa.
Aunque ya habían pasado los tiempos en que con una bolsa de pimienta se podia comprar una casa, es un hecho que las especias seguían teniendo precios prohibitivos para el hombre común. Nuez moscada, clavo, pimienta, azafrán de España, canela y azúcar de la Isla de Cuba seguían siendo materias primas caras, al grado qie don Tomás supervisaba su uso personalmente en la cocina. El cacao, por ejemplo, durante esta época era tan valioso que se usaba como moneda de baja denominación a falta de plata.
Para que la cocina funcionar adecuadamente se necesitaba un buen cocinero. Un antiguo esclavo chino liberado desempeñaba este importante puesto a las órdenes de un jefe exigente. Su nombre cristiano era José Gaspar, su verdadero nombre era Chen Li Fa, y había nacido en la ciudad de Cantón, en China, siendo llevado posteriormente a América, para ser vendido como esclavo en un mercado de la ciudad de México.
¿Cómo había terminando un hombre un experto cocinero como él en una ciudad como Puebla? ¿Un hombre que había servido a mandarines y grandes potentados chinos? Su perdición fueron las mujeres, particularmente la hija del mandarín al que servia. Cuando esté último lo descubrio pensó matarlo allí mismo, pero siendo un chino práctico decidió venderlo, de allí salió a Filipinas, luego a Acapulco, y el resto de la historia era conocida por todos.
Un dia su amo entró intempestivamente a la cocina anunciandole que queria un plato especial.
- Señor Gaspar fue delicioso, sublime, la mejor salsa que eh visto en la vida.
- Pero amo...
- No hay nada mejor del banquete de su Ilustricima, ¡Increible!, pruébalo.
Li Fa probó en un pedazo de pan la salsa que don Tomás había sacado a escondidas del banquete al que había sido convidado. La sorprendente salsa tenía un sabor peculiar y nunca visto ante. El amor dijo que tenía chile y chocolate, ¡una extraña convinacion!, añadiendo que, quería que él reprodujera el platillo lo antes posible.
-Pero -alcanzo a decir Li Fa
-Lo quiero- dijo don Tomás dando por terminada la conversación.
María Luisa se aburría en una casa tan grande que pensaba seriamente en el convento como una buena opción. Su esposo no la dejaba salir porque era joven y hermosa y temia que lo engañara. Lamentablemente la mayor parte de las fiestas a las que don Tomás iba eran "solo para hombres," asi que, sin darse cuenta, el esposo provocó lo mismo que trataba de evitar. Su esposa estaba rodeada de hombres en la casa y no tardó en engañarlo con el cocinero mayor.
Continuará... 😏
Uno de los muchos vicios de don Tomás era la gula, para satisfacerla tenia una cocina como pocas se habian visto en Puebla. De las paredes colgaban cazuelas, cuchillos, tenedores y cucharas, que tenian un pequeño agujero para poder ser colgadas con relucientes clavos de hierro. Tenían dos hornos enormes con comales de hierro, metates y molcajetes, varios chiquihuites conteniendo las tortillas que se consumian al día. Contaba también con muchos vasos de talavera, algunos de cristal, molinillos de madera al por mayor, para consumir el chocolate bien espumoso.
Junto a la cocina, medio enterrado en el suelo, estaba el cuarto frio. Allí se guardaban las legumbres, los vinos, el aceite de oliva y una alacena especial con dos llaves. Esta última contenía, a manera de caja de seguridad, las especias de la casa.
Aunque ya habían pasado los tiempos en que con una bolsa de pimienta se podia comprar una casa, es un hecho que las especias seguían teniendo precios prohibitivos para el hombre común. Nuez moscada, clavo, pimienta, azafrán de España, canela y azúcar de la Isla de Cuba seguían siendo materias primas caras, al grado qie don Tomás supervisaba su uso personalmente en la cocina. El cacao, por ejemplo, durante esta época era tan valioso que se usaba como moneda de baja denominación a falta de plata.
Para que la cocina funcionar adecuadamente se necesitaba un buen cocinero. Un antiguo esclavo chino liberado desempeñaba este importante puesto a las órdenes de un jefe exigente. Su nombre cristiano era José Gaspar, su verdadero nombre era Chen Li Fa, y había nacido en la ciudad de Cantón, en China, siendo llevado posteriormente a América, para ser vendido como esclavo en un mercado de la ciudad de México.
¿Cómo había terminando un hombre un experto cocinero como él en una ciudad como Puebla? ¿Un hombre que había servido a mandarines y grandes potentados chinos? Su perdición fueron las mujeres, particularmente la hija del mandarín al que servia. Cuando esté último lo descubrio pensó matarlo allí mismo, pero siendo un chino práctico decidió venderlo, de allí salió a Filipinas, luego a Acapulco, y el resto de la historia era conocida por todos.
Un dia su amo entró intempestivamente a la cocina anunciandole que queria un plato especial.
- Señor Gaspar fue delicioso, sublime, la mejor salsa que eh visto en la vida.
- Pero amo...
- No hay nada mejor del banquete de su Ilustricima, ¡Increible!, pruébalo.
Li Fa probó en un pedazo de pan la salsa que don Tomás había sacado a escondidas del banquete al que había sido convidado. La sorprendente salsa tenía un sabor peculiar y nunca visto ante. El amor dijo que tenía chile y chocolate, ¡una extraña convinacion!, añadiendo que, quería que él reprodujera el platillo lo antes posible.
-Pero -alcanzo a decir Li Fa
-Lo quiero- dijo don Tomás dando por terminada la conversación.
María Luisa se aburría en una casa tan grande que pensaba seriamente en el convento como una buena opción. Su esposo no la dejaba salir porque era joven y hermosa y temia que lo engañara. Lamentablemente la mayor parte de las fiestas a las que don Tomás iba eran "solo para hombres," asi que, sin darse cuenta, el esposo provocó lo mismo que trataba de evitar. Su esposa estaba rodeada de hombres en la casa y no tardó en engañarlo con el cocinero mayor.
Continuará... 😏
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