miércoles, 18 de octubre de 2017

Túneles de la Ciudad de Puebla

Hola, buen día... 😊

El día de hoy daremos continuación a nuestro siguiente tema..

Aquí te dejaremos un poco de información de este importante lugar que a marcado a nuestra Heroica Puebla de Zaragoza.

Con una antigüedad calculada entre los 300 y 500 años, se descubrieron túneles subterráneos en la capital del estado, que vienen a darle una nueva revisión a esta parte de la historia poblana.

Estos túneles son edificaciones militares que sirvieron durante la Batalla del 5 de mayo, contra tropas francesas, que cuentan con 7 metros de altura y 3 metros de ancho.

Sergio Vergara Bermejo, Gerente del Centro Histórico y Patrimonio Cultural de Puebla, reconoció que “En la narrativa urbana o las leyendas urbanas se ha hablado de los túneles de Puebla, pero nadie sabía dónde estaban, nunca los habíamos visto”.

Se localizaron en la zona interna del Centro Histórico y en la franja de Los Fuertes, antiguas capillas asentadas en lo alto de un cerro Acueyametepec, las cuales fueron convertidas en el siglo XIX en fortificaciones militares.

Los hallazgos permitieron ver que existe una comunicación que va del Fuerte de Loreto al Fuerte de Guadalupe en la parte alta de la ciudad; y del Fuerte de Loreto al céntrico Barrio de San José. Igualmente se halló uno que va del Fuerte de Guadalupe a la Iglesia de Los Remedios, el bastión donde el General Ignacio Zaragoza decidió concentrarse para planear la heroica defensa de Puebla ante el ejército francés.



viernes, 13 de octubre de 2017

Don Jesús le contó lo del préstamo, su nombramiento como nuevo obligado de la ciudad, después de que sus rivales murieran en circunstancias misteriosas. Pensando que era una broma firmó un pagaré por el oro ofrecido, y  ahora comprendía que la garantía era su posesión más valiosa…

Pensé que tenía las de ganar- respondió lastimero Lanzagorta- pues agregue que mientras no gastara todo el dinero el contrato no sería valido y sólo me queda una moneda.

 -Entonces no debe preocuparse. Dijo el padre Ávila.

 -Lo que se me olvidó decirle  es que  si alguien me la roba perdería mi alma.

 - Don Jesús esa historia me parece increíble, pero no le abandonaré, esta noche estaré en su casa listo a ayudar- Al  amanecer le padre Ávila se marchó prometiendo llegar a las primeras sombras de  la noche.

 -Esa noche hubo una tormenta como pocas ha habido en Puebla.

 Los rayos bajaban del cielo destruyendo los campanarios de la iglesia de Analco, del Carmen y  San Agustín. Las aguas del río crecieron y dañaron gravemente los puentes de  Analco y  de San Francisco.

Mientras  en la recámara del Obligado, un Don Jesús Lanzagorta se retorcía en medio de fiebre.- ¿Y  si el padre Ávila no llega?, ¿Cómo podré defenderme?- Piensa Jesús, piensa- decía para sí.

 -No va a llegar ilustrísima, tengo la sensación que el buen Padre Ávila tuvo un contratiempo cruzando Analco. Espero que sepa nadar. Porque si no, no creo que pueda llegar a ninguna parte- dijo una voz grave que salía de la obscuridad-

 - Eres tú- maldito-  señalando con un dedo hacia la obscuridad.

 - Así es,  y vengo a cobrar mi parte, son cuarto para la hora y a las doce tu cuerpo quedará inerme, solo necesitó que me entregues la moneda de oro y quizá te deje otro tiempo.

 - Mi moneda jamás te la daré, - respondió Lanzagorta.

 - Entonces  esperaré  a que se cumpla el plazo   y yo mismo la tomaré.

-Ayúdame Señor, no  sabía lo que se hacía, perdóname…

 -Ah claro, - dijo don Juan-  ahora resulta que yo te obligué, ya sabes te leeré de nuevo el papel que firmaste hace diez años:

Muy noble y muy leal Puebla de los Ángeles a 13 de Agosto de 1689

Yo don Juan Lanzagorta de Urzúa e Hidalga, recibo diez mil escudos en oro pagaderos a diez años y  pongo min alma  y todo mi esfuerzo para el cumplimiento de este contrato.

El contrato no será  válido hasta que en vida se cumpla el plazo de diez años o el deudor gaste la última moneda dad en prenda.

Don Juan                              Don Jesús Lanzagorta                  
                      
-Bueno, me regresas lo que te presté o espero diez minutos y tomó lo que me pertenece- agregó don Juan.

  -Sabes que todo lo he perdido en este último año.

 -Es una pena que en esos barcos donde invertiste dinero se hayan hundido en la Florida, que a  tus puercos los haya matado esa misteriosa enfermedad y el ayuntamiento te haya ordenado quemarlos, que las mercancías que encargaste de México las robaran en Río Frío…

-No es justo, todo ha sido una vil treta- dijo Lanzagorta.

-Sí,  así es la vida y ya son las doce- le respondió el maligno.

-Un momento dijo triunfante Lanzagorta- todavía tengo una moneda de ese cofre sosteniéndola con la mano…- El reloj comenzó a dar las doce campanadas- y también tengo esto- Sosteniendo con el otro brazo una pistola-

 -¡No!- gritó don Juan.

 En ese mismo momento Lanzagorta jaló el gatillo de la pistola con la que apuntaba a su cabeza matándose al instante, antes de la doceava y última campanada de ese día maldito.

 El padre Ávila, que había caído al río, no supo como con la última campanada  de las doce alguien le tendió una mano y lo sacó con  vida. Maltrecho logro llegar a la casa del Obligado. Fue recibido por  los sirvientes que le informaron  que antes de las doce, escucharon un disparo, y al entrar solo había olor a pólvora, pero los restos del amo  no estaban allí.

Ya que el diablo, enfurecido porque Lanzagorta le había ganado la partida,  emparedó en su casa al pobre don Jesús con su último escudo de oro.  Y hasta el día de hoy,  algunos vecinos juran  que en esa casa hay un fantasma, que no es otro que el pobre Obligado tratando de ahuyentar a los que quieran su última moneda.

miércoles, 11 de octubre de 2017

La Casa del Obligado

La Casa del Obligado
Ubicado en la 7 sur esquina con la 7 poniente.

Continuando con nuestras leyendas dentro de la Ciudad de Puebla hoy te dejaremos la primera parte de esta..




En la época colonial un obligado era la persona que tenía la obligación de abastecer a una ciudad de determinado producto, a su cuenta y riesgo, recompensando con un contrato que le daba grandes ganancias ya fuese sobre la venta de carne de vaca, carnero, etc. Ser  un Obligado era una distinción buscad por muchas personas y la casa donde se expedía el producto se llamaba la Obligación.

Don Jesús de Lanzagorta a principios del siglo XIX quería ser un Obligado. Era un asunto difícil, porque  ese título lo habían obtenido personas como don Isidro Rodríguez de Madrid, caballero de la orden de Santiago, o don Juan Miguel de Chavarría, antiguo encomendero  de la ciudad de México. Soñar ni importaba, sobre todo para el hijo de un esforzado comerciante que se había hecho solo en su natal Tehuacán. En la soledad de su casa, por la noche, Lanzagorta solía hablar en soliloquio de lo que haría si tuviera tal distinción.

-¡Ah si yo fuera el Obligado les demostraría lo que es un Lanzagorta. Ni los  Unanue, ni los Ovando, ni los de la Hidalga me llegan a la mitad, sí,  pero ellos tiene amigos- se lamentaba, y  a mí nadie importante me conoce en esta ciudad. Daría todo lo que tengo por tener solamente una oportunidad…-sus palabras sonaban como una invitación a  un  pacto diabólico.

Entre el hueco de estas afirmaciones entró un extraño viento frío que lo inquieto, y pudo  ver la presencia de un hombre que se había presentado en su sala. Era  un ser de presencia terrible, a la vez que hermosa. Terrible porque su semblante daba un aire de maldad al ambiente que sus ojos brillantes y hermosos no podían quitar.

 -¿Acaso mi casa es  iglesia para entrar a estas horas así en ella?- protestó indignado don Jesús.

- Debe perdonarme don Jesús- repuso sardónico el invitado- ¿No me recordáis?

 -¡Oh!, sí, usted es el hombre de Veracruz, lo recuerdo cuando desembarcábamos en San Juan de Ulúa en medio de esa terrible tormenta, lo extraño es que usted no dejaba de reír mientras todos pensábamos que se iba  a hundir nuestro bote.

 -Cierto, pero eso se debe a que soy una persona acostumbrada a las tormentas, comúnmente suelo incluso provocarlas en ese rincón del mundo, pero no hablemos de mí, he escuchado acerca de  sus  aflicciones y estoy dispuesto a ayudarlo.

-¿Cómo?- exclamó don Jesús extrañado.

 - Hace rato mencionó que daría todo por ser el Obligado de la ciudad, estoy convencido que busca el dominio del mercado de la carne de cerdo, le recuerdo que no es fácil, pero con los amigos adecuados y el dinero suficiente podría hacerse…

 -Basta de bromas señor- dijo Lanzagorta-   quiero saber con quién estoy  hablando.

 - Mi nombre no importa y es causa de espanto para aquellos que lo escuchan, y más  en una noche lúgubre y lluviosa  como está, hablaremos mañana- y  tal como había llegado desapareció de la  escena.

 Lanzagorta al día siguiente no supo si todo había sido producto de un sueño,  o era efecto del vino que tomó. Como  se había levantado temprano, a las diez de la mañana se encontró con su amigo regidor que le informó las condiciones en las que se nombraría  a un nuevo Obligado, la fianza era  enorme, proporcional a las  ganancias que se esperaban en una año del negocio, más de 3,000 pesos como garantía de cumplimiento del  trabajo. Le comunicó que habría subasta y eran muchos los interesados.

 Decepcionado don Jesús  agradeció la información y se retiró para  desayunar en su casa. Se  sorprendió al ver que  su mesa ya estaba ocupada por aquel  extraño personaje que  la noche anterior lo había visitado.

-Don  Jesús,- inició el siniestro personaje- siéntese por favor, he estado esperando por usted,  tenemos grandes asuntos que tratar.

 -Vaya qué es raro el hombre que me invita a  mi propia mesa!- exclamó Lanzagorta, pero  había un influjo en  ese hombre que no permitía negarse, y terminó sentándose.

 -Un asunto difícil  es ganar el asiento de la carne de cerdo en la ciudad, veo hombres poderosos tratando de ganar el monopolio para surtir de carne a la población. Don Agustín de Ovando es uno de ellos, Tomás de Garcilaso está en este mismo momento, juntando sobornos para comprar a los regidores del cabildo de la ciudad. Con  todo, si usted tuviera la cantidad de dinero podría vencerlos.

 Eso he venido a ofrecerle

 -¿Tiene usted mucho dinero?- preguntó don Jesús

 -Más de lo que usted imagina-  respondió el extraño personaje.

-¿Cuánto?

 -Lo necesario para que usted sea el obligado- le alargó un papel agregando que solo  debería firmarlo.

 Lanzagorta dudó  por un momento, era  ambicioso y se creía  muy listo, pero tal vez  no lo suficiente para comprender que el mundo, hay alguien más listo que uno mismo.

-Si su excelencia  tuviese diez mil escudos de oro, creo que podría ser persuadido a firmar ese documento- dijo socarronamente.

 -La  condición es aceptable- respondió el extraño.

 Lanzagorta sabía que era una cifra imposible de juntar en varias vidas. Sobre todo por el origen de su linaje. Supo que nada perdía con leer el documento que lo comprometía  a poner su alma y  todo su esfuerzo para cumplir con el compromiso. Temiendo   un  arrepentimiento, de la presencia, agregó unas palabras y lo firmó.

 -Llegó el tiempo el tiempo de presentarse y os digo que uno de mis nombre es don Juan y como noto que usted va a poner su alma y esfuerzo en el cumplimiento de este contrato, terminamos el asunto y dejaremos que corra el tiempo y a su hora yo estaré presente para exigir lo que me corresponde- sobre  la mesa dejó diez mil escudos en oro ante el azoro de Lanzagorta, quién nunca pudo precisar el momento en que su extraño benefactor abandonó su casa.

Diez años pasaron de aquel entonces. Una mañana el padre Rodrigo Ávila  se encontraba descansando en su casa cuando alguien tocó  fuertemente a la puerta. Era un enviado de la casa del Obligado; el patrón se encontraba grave y solicitaba  la presencia  de un confesor. 

 El padre Ávila tomó rápidamente  camino a la casa del obligado. Don Lanzagorta era ya un  hombre famoso en la ciudad y no era conveniente hacerlo esperar. Lo encontró en la cama, víctima de  fiebres y  parecía estar fuera de sí. Únicamente hablaba incoherencias  y tomó un largo rato para que empezara a hablar con claridad.

 -Padre  estoy perdido. Tuve una visión y sé que esta noche viene por mí…

-Calma don Jesús, ¿Quién  viene por usted?

 - El  mismo diablo. 

-Vamos Señor soy un confesor, piense con claridad y dígamelo todo.

martes, 10 de octubre de 2017

Tercera parte de la Leyenda la Casa de los Marranos


Mezclando chile mulato con pasilla, la salsa alcanzaba el sabor perfecto.

El siguiente paso era lograr el olor: evidentemente las especias eran clave.  Lo malo de los experimentos culinarios en ese tiempo era la perdida de dinero, pero el patrón en el alarde de generosidad le dio la llave de la alacena de las especies. A Li Fa le quedaba claro que el olor dulzón se consiguió con la canela, añadiendo ajo. Cebolla y clavo se balaceaba hasta lograr el olor ideal. Moliendo todo con galletas, almendras y nueces se lograba la salsa perfecta, no había que dejar de mover con una cuchara de palo la salsa, porque notó que la mezcla se pegaba al fondo de la cazuela.

Li Fa probó la salsa y sonrió satisfecho, pensaba que solamente los patentes reproducían, los vendedores maestros mejoraban los sabores, ahora el banquete le daba la oportunidad de agrandar su fama.

Tenía el guajolote y la salsa. Nada mejor que para aderezar la preparación que un poco de ajonjolí español y arroz. Li Fa sabía que el arroz en México se preparaba con aceite y se le daba una coloración rojiza con jitomate, pero el suponía que, con arroz originario de China, el nuevo platillo debía presentarse lo más naturalmente posible. Así elaboró un arroz blanco como el complemento perfecto. Satisfecho con lo logrado, sólo esperaría la fecha para preparar el banquete que al amo había ordenado para el día de su santo.

María Luisa no encontraba consuelo ante el vendaval que se venía, y llegó a la conclusión que tenía que deshacerse de su marido. Se lo planteó a sus amantes y todos se mostraron temerosos, y ninguno se comprometió a hacerlo. ¡Cobardes! Sólo quedaba el veneno, la ancestral arma de las mujeres, pero ¿Cómo aplicarlo, ¿cuándo y dónde? El banquete parecía ser la ocasión apropiada.

El día del festejo la famosa casa de los marranos parecía iglesia de lo llena que se encontraba. Decenas de invitados llegaron a disfrutar la hospitalidad de don Huesca.  Estaba el inquisidor, el alguacil de la santa hermandad, la policía de la época, los acaldes mayores, caballeros de varias cofradías, todos listos para saborear ese delicioso platillo, que presumían haber degustado tanto tiempo atrás.

-¿Cómo decís que se llama mi señor?- - preguntó un inquisidor.

-“Mole”, ilustrísimo señor!,- respondió don Tomas.

-¿Delicioso, es único!, nunca había probado algo semejante.

Los invitados aprobaban con movimientos de cabeza estas aseveraciones.

Saboreando la comida, nadie se fijó cuando la esposa del anfitrión se deslizó a la cocina. Luisa llevaba un pequeño fracaso envuelto en un trozo de tela. En la alacena vertió sobre una de las botellas de vino el líquido mortal. Dispuesta a retornar sus pasos, se encontró con Li Fa quien había observado la escena de cerca. Decidido, trató de detenerla. Luisa gritó en el momento que llegaba su marido, quien había ido a la cocina por el vino. Al ver a don Huesca la escena, la sangre se le subió a la cabeza, y atravesó el corazón de Li Fa con el mismo cuchillo con el que había estado comiendo el mole momentos atrás.

María Luisa se convirtió en una viuda muy rica que vivió muchos años. Nuca volvió a casarse y cuido a distancia a su hijo. Se dice que en navidad y año nuevo enviaba grandes cantidades de dulces, frutas y juguetes a los niños se san Cristóbal y en algunas noches lúgubres se dibujaba su silueta en la puesta del orfanatorio.

sábado, 7 de octubre de 2017



su mayor revelación fue su esclavo negro José Mandinga: descubrio que podia ordenarle todo lo que quisiera, y siendo esclavo, no tenia otra opción más que complacerla, Le siguió José Pancracio, José López, indios jardineros. Maria Luisa había descubierto uno de los pocos placeres que  las mujeres de aquel tiempo podían disfrutar. Aprovechando las ausencias de su esposo cada vez se volvía más audaz. Para su mala fortuna, no previó las consecuencias, lo cual dado la época no era sorprendente.
inevitablemente comenzó a tener los síntomas que daban a entender que la familia iba a aumentar muy pronto. 
ahora, un grave problemas se planteaba con esta situación: llevaba más de tres meses sin dormir con el esposo.
o convencía a su descreído señor que ellas había sido inseminada actos. A medida que pasaba los días su preocupación crecía, quizá podía decirle que un nahual diabolico habia sido el responsable, o culapar a la servidumbre, pero, ¿ comó?

mientras Maria Luisa se desesperaba cada vez más Li Fa creia haber descubierto el secreto de la misteriosa salsa. En lo  primero que se habia fijado fue el color, mezcló chile mulato y chocolate, y casi logró la tonalidad, pero aceptó que no era igual: faltaba el negro cenizo. Como buen observador descubrio que una de las cocineras, por descuido, dejó quemar en el comal, unas tortillas y surgio la chsipa cretiva, la idea consistia en pulverizarlas en el metate, y mezclarlas con el chocolate y chile.

El siguiente reto era el sabor: la salsa era agridulce pero su mezcla no. Su experiencia culinaria le hizo percibir una mezcla, en difinitica no llevaba chile mulato nada más habia otro chile cambiando el sabor, Hizo varias pruebas pero fracasó una y otra vez, a pesar de su paciencia no decifraba el condimiento exacto.

Finalmente intento abordar el asunto  desde el punto de la cocina china: el sabor  y el color estaban relacionados intimamente. por lo tanto debia buscar chile negro

miércoles, 4 de octubre de 2017

LA CASA DE LOS MARRANOS 🐷

HOY DAREMOS INICIO A NUESTRA SIGUIENTE LEYENDA. 😄
Deseamos que sea de tu agrado y así como nosotras (miembros de este blog) te intereses un poco más sobre los lugares que han marcado a la Cd. de Puebla. 🏰

La casa de los Marranos (3 norte entre 6 y 8 poniente).

De los animales que trajo Hernán Cortes en la Conquista de México ninguno fue más apreciado que el cochino. Se dice que, una vez conquistada la capital de los aztecas el 13 de agosto de 1521, los españoles quisieron celebrar comiendo los cerdos que habían traído de la Isla de Cuba, los mataron y prepararon, pero no tenían pan. En un saco habían encontrado trece espigas de trigo, que una vez sembradas darían su fruto hasta el año siguiente. Cuenta uno de ellos en sus memorias: "tomamos el pan de los indios y comimos," refiriéndose a que en España se comía la carne con pan.

En la Puebla de los Ángeles el cerdo también fue apreciado, se utilizaba todo, pelos para hacer cepillos, su carne y la manteca para hacer jabón. El noble animal se reproducía con facilidad y permitía fortunas rápidas.
Tal fue el caso de don Tomás de Fuenleal y Huesca que con quince marranos y algunos chivos inició la industria de la carne en Puebla. Era un caso especial, porque a pesar de hacer su fortuna con cerdos, algo que en España se consideraría plebeyo, no sentía vergüenza del origen de su riqueza. Construyó una casa que adornó con las imágenes de los marranos que formaron su piara original. Con sus casas en Puebla, sus ranchos de las Ánimas y la Noria, sus sirvientes y esclavos, era considerado un hombre muy rico. El común de la gente llamaba a su casa: "La Casa de los Marranos," aunque en vida nadie se atrevió a decírselo de frente.
El buen hombre tenía cuatro hijos y su última esposa se había ido al cielo con la llegada del último vástago. Viudo y con mucho dinero, se había fijado en la hermosa María Luisa Veraza, de sólo 16 años de edad, como futura señora de Fuenleal y Huesca. La había conocido en un bonito baile de sociedad en la casa de los Haro, donde la impresionante belleza de la joven había logrado que todos los jóvenes de la fiesta se pelearon por la oportunidad de bailar con ella.
Don Tomás se terminó quedando con la muchacha. No era un aficionado en el arte del matrimonio y el amor, no pidió nunca hablar con María Luisa, no se peleó con los pretendientes, fue directamente a hablar con la madre y le planteó el negocio claramente.
María Luisa lloró muchos días suplicando que no la obligaran a casarse con ese viejo, calvo y gordo de don Tomás. La madre dejó claro su punto en unas cuantas palabras:
- En primer lugar no es viejo, es maduro y tiene experiencia, no es calvo tiene la "frente despejada", no es gordo, "es robusto," y ya lo sabes: "te casas o te vas al convento".
La boda fue una de las mas comentadas y celebradas del año de 1689.

Uno de los muchos vicios de don Tomás era la gula, para satisfacerla tenia una cocina como pocas se habian visto en Puebla. De las paredes colgaban cazuelas, cuchillos, tenedores y cucharas, que tenian un pequeño agujero para poder ser colgadas con relucientes clavos de hierro. Tenían dos hornos enormes con comales de hierro, metates y molcajetes, varios chiquihuites conteniendo las tortillas que se consumian al día. Contaba también con muchos vasos de talavera, algunos de cristal, molinillos de madera al por mayor, para consumir el chocolate bien espumoso.

Junto a la cocina, medio enterrado en el suelo, estaba el cuarto frio. Allí se guardaban las legumbres, los vinos, el aceite de oliva y una alacena especial con dos llaves. Esta última contenía, a manera de caja de seguridad, las especias de la casa.

Aunque ya habían pasado los tiempos en que con una bolsa de pimienta se podia comprar una casa, es un hecho que las especias seguían teniendo precios prohibitivos para el hombre común. Nuez moscada, clavo, pimienta, azafrán de España, canela y azúcar de la Isla de Cuba seguían siendo materias primas caras, al grado qie don Tomás supervisaba su uso personalmente en la cocina. El cacao, por ejemplo, durante esta época era tan valioso que se usaba como moneda de baja denominación a falta de plata.

Para que la cocina funcionar adecuadamente se necesitaba un buen cocinero. Un antiguo esclavo chino liberado desempeñaba este importante puesto a las órdenes de un jefe exigente. Su nombre cristiano era José Gaspar, su verdadero nombre era Chen Li Fa, y había nacido en la ciudad de Cantón, en China, siendo llevado posteriormente a América, para ser vendido como esclavo en un mercado de la ciudad de México.

¿Cómo había terminando un hombre un experto cocinero como él  en una ciudad como Puebla? ¿Un hombre que había servido a mandarines y grandes potentados chinos? Su perdición fueron las mujeres, particularmente la hija del mandarín al que servia. Cuando esté último lo descubrio pensó matarlo allí mismo, pero siendo un chino práctico decidió venderlo, de allí salió a Filipinas, luego a Acapulco, y el resto de la historia era conocida por todos.

Un dia su amo entró intempestivamente a la cocina anunciandole que queria un plato especial.

- Señor Gaspar fue delicioso, sublime, la mejor salsa que eh visto en la vida.
- Pero amo...
- No hay nada mejor del banquete de su Ilustricima, ¡Increible!, pruébalo.

Li Fa probó en un pedazo de pan la salsa que don Tomás había sacado a escondidas del banquete al que había sido convidado. La sorprendente salsa tenía un sabor peculiar y nunca visto ante. El amor dijo que tenía chile y chocolate, ¡una extraña convinacion!, añadiendo que, quería que él reprodujera el platillo lo antes posible.

-Pero -alcanzo a decir Li Fa
-Lo quiero- dijo don Tomás  dando por terminada la conversación.

María Luisa se aburría en una casa tan grande que pensaba seriamente en el convento como una buena opción. Su esposo no la dejaba salir porque era joven y hermosa y temia que lo engañara. Lamentablemente la mayor parte de las fiestas a las que don Tomás  iba eran "solo para hombres," asi que, sin darse cuenta, el esposo provocó lo mismo que trataba de evitar. Su esposa estaba rodeada de hombres en la casa y no tardó  en engañarlo con el cocinero mayor.

Continuará... 😏

martes, 3 de octubre de 2017

El Cuexcomate (junta auxiliar de la libertad)


Es bueno recordar que hay dos tiempos mágicos en la historia de la humanidad. El primero corresponde a las imágenes que se presentaban a los primeros hombres que trataban de comprender el mundo hostil en que habitaban. Esas imágenes estaban llenas de mitos y creencias en lo sobrenatural. La explicación ultima a la que se llegaba consistía en que los fenómenos eran causa de los dioses que mandaban bienes o males. En ese encuentro de fe y misticismo, se llegaba hasta el sacrificio humano, dado como ofrenda de agradecimiento o para tratar de apaciguar la furia de los dioses. El otro tiempo mágico esta inmerso en la ciencia con todos sus avances. Nosotros abordamos en esta historia las edades antiguas, con sus creencias y sus mitos.

Era el año de 1064 y como lo hacían todas las noches los sacerdotes del gran templo de Cholula observaban el cielo. A medianoche, el celador nocturno miró con asombro como una de las montañas de los alrededores arrojaba fuego, y comenzaba a caer ceniza. El suceso conmocionó la quietud de esos lugares y, sus mentes llenas de toda clase de sortilegios, la conminaron a dar una alerta a la población, y los patriarcas fueron convocados a consejo.
El volcán Popocatépetl, después de un siglo de sueño, había despertado con un tronido aterrorizando a los cholultecas. La pirámide como centro sagrado contemplo la alarma de los sacerdotes mientras el pueblo temeroso se reunía en las partes bajas de la monumental construcción. Los sacerdotes, a la mañana siguiente en la gran pirámide, comenzaron a meditar mientras observaban la ceniza cubriendo la ciudad. -La gran Madre está enfurecida y nos castiga arrojando fuego dijo un sacerdote.
-Las cosechas se arruinarán si sigue cayendo ceniza del cielo, ya los bosques de las montañas han empezado a arder por el fuego del volcán -expreso otro.
-Los campesinos dicen que hemos perdido el favor de los dioses se lamentó uno más.
Finalmente todas las miradas se dirigieron al Sumo Sacerdote de Cholula, titulo que le
pertenecía por su edad y sabiduría. Había permanecido callado, con los ojos cerrados durante toda la discusión. Hasta que el silencio cubrió los ojos y dijo una sola palabra:
-Neutli
Todos comprendieron que iban a entrar al mundo de la ilusión. Acompañados por los esclavos se retiraron al interior del templo, a través de un pasadizo secreto iniciaron el descenso por la gran pirámide de Cholula, una labor de fe y persistencia que los llevó por las distintas etapas constructivas de un edificio creado cientos de años atrás. Finalmente llegaron a su inframundo, la cueva de origen natural sobre la cual los primeros cholultecas habían comenzado la construcción de la gran pirámide. Ahí, contenida en recipientes estaba la esencia mágica, prohibida por la ley sagrada para los jóvenes que, de atreverse a usarla eran castigados con la pena muerte. Con el pulque que mata la ansiedad y enerva los sentidos, esperaban tener las visiones que les permitieran encontrar la respuesta a las manifestaciones de la naturaleza. Cuando la bebida sagrada conmocionó sus sentidos comenzaron a entender. Ahora comprendían que los dioses estaban enfurecidos. Podían ver a Quetzalcóatl, su dios más importante sagrado abundantemente y a las serpientes que se deslizaban de sus cuevas. La sangre en forma de lava manaba  de la tierra; los tlaloques, duendes servidores de Tláloc, dios de la lluvia, huían de la gran madre tierra llevándose el agua que permitía crecer las cosechas. La ultima imagen fue significativa: La gran madre abría su boca para devorarlos.
Con la ultima visión había pasado un día. Los sacerdotes fueron despertados por los esclavos y llevados de regreso al exterior, donde el pueblo esperaba ansioso la respuesta, que no podía ser otra mas que un sacrificio humano. Cien de los mejores esclavos fueron llevados ese día a la gran pirámide. Sacrificándolos en lo alto, sus cuerpos rodaron por las escaleras de la pirámide, y la ceniza cubrió parcialmente sus cuerpos, los cholultecas encontraron un consuelo en esa brutal matanza. A pesar de ello, la madre naturaleza que no entiende de ritos continuo con la lluvia de ceniza.

Los sacerdotes quedaron a merced de la situación, mientras el pueblo lanzaba un mensaje de rebelión y protesta. Los guardias parecían incapaces de mantener el orden, sólo un fuerte tronido en el cielo, y una columna de agua hirviendo que se elevó a corta distancia de la pirámide contuvo los ánimos. Mientras se develaba el nuevo misterio los cholultecas entraron en oración.

Los sacerdotes enviaron mensajeros, que regresaron con la noticia del nacimiento de una montaña que lanzaba agua hirviendo con olor a muerte. Los sacerdotes iniciaron el viaje en sus literas para ver el nuevo prodigio, que parecía contener a las masas, que momentos antes estaban dispuestas a despedazar a la repentinamente inútil casa gobernante.

El lugar a donde se dirigían lucía tenebroso, los habitantes cercanos habían huido y muchas chozas se encontraban destruidas. Una enorme bola de arcilla de 13 metros de alto había nacido de la tierra misma, rompiéndola, y emitiendo chorros de agua sulfurosa a gran altura. El agua era pestilente y sólo de probarla sabían que era mala. Los sacerdotes regresaron a Cholula bajo el manto de la gran pirámide.

Esa noche quedó claro que el pequeño volcán era obra de los dioses. Los dioses en tiempo inmemorial, habían dado su sangre para que el mundo siguiera existiendo. comprendieron que las deidades les habían mandado un mensaje, ahora era su turno, La gran madre exigía sangre de la realeza gobernante.             

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